Miércoles 8 de julio: Hace una hora pasó a despedirse mi amigo Omar Zuñiga, que lindo gesto, hablamos de amigos en común y de algunos de sus amigos y algo me quedó muy claro.
La vigencia absoluta de la regla de oro:
"trata a los demás que te gustaría que te traten a ti"
ni mas ni menos ..... tan cierta y contundente regla de oro.
....... salimos de Neuquén con destino a Santiago, nos despidieron los padres de Martin Mario y Ana que nos llevaron desde Cipolletti a la terminal de Neuquén con muchos problemas a las 17 horas, salimos a las 18:15 con atraso y a las 19:30 hs. estábamos otra vez en Cipolletti, genial.
Jueves 9 de julio: En el día de la Independencia llegamos a Mendoza y vimos mucha gente en la boletería donde debíamos confirmar los pasajes a Santiago, allí supimos que nos sería posible, la tormenta de nieve impediría nuestro intento, cambio de destino en poco minutos, resolvimos viajar a Salta.
Pasamos el día acompañados por nuestro amigo Pitu, shoping, starbuks y a las 20 hs. salida para Salta.
Viernes 10 de julio: En Salta pasamos unas cuantas horas, mientras esperamos la salida para La Quiaca, aprovechamos y comimos un locro del 9 de julio, ya que recalentado es más rico, yo intente un contacto con la radio pero no tuvimos señal algo estaba pasando con el celu.
Salimos desde la remozada terminal a las 22 horas, nos dormimos otra vez en movimiento.
Sábado 11 de julio: Fue un viaje tranquilo hasta que llegamos a nuestro destino a las 5:30 de la mañana con varios grados bajo cero, en el piso de la terminal en un lugar reparado pero no cerrado preparamos los bolsos para improvisar una cama y sacamos unas bolsas de dormir completar el esquema dormitorio hasta el momento que abriera la frontera, dormitamos incómodos pero calentitos y después con los primeros rayos del sol nos fuimos caminando para Villazón.
Luego de los trámites migratorios, nos fuimos con un porter con carro que llevaba los cuatro bolsos hasta la terminal de buses. Allí nos enteramos que había problemas con los caminos, cortes por huelgas y que no se vendían pasajes a La Paz. Conocimos a Catherine una jovencita que se sumo al grupo para compartir viaje y hostel hasta donde llegásemos juntos.
Salimos en un bus bastante viejo. Que al acelerar parecía que en cualquier momento iba a despegar de la carretera, todo marchaba bien, un par de paradas, una larga para ir al baño y a comer en Cotagaita y después la definitiva, en un paramo a 4176 m.s.n.m. donde nos dijeron que el viaje se había terminado, bajaron los bultos y nos indicaron que hicieramos lo que pudiésemos para llegar a Potosí distante unos 7 a 10 Km. ya que nadie ofreció una precisión al respecto. Como era tarde salimos a ver si podíamos conseguir un lugar para pasar la noche, preguntamos en un par de viviendas hasta que dimos con Adela Vilca quien nos ofreció una habitación medio abandonada y comida. Aceptamos el arreglo y al poco rato de haber extendido las bolsas de dormir en el suelo de la casita de barro apareció ella acompañada por su “yerna” con café y buñuelos, un sucedáneo local de la torta frita, lo tomamos con ganas aunque con algunos reparos debido a lo alto del lugar. Luego una segunda visita de las señoras nos trajo una suculenta cena y tal vez por descuido, imprudencia o condescendencia con nuestras anfitrionas cometí el grave error de comer todo ese plato de fideos, papas y carne de oveja, muy sabroso pero un error que pagué con una noche de vómitos que primero me obligaron a salir y después no pude más que arrastrarme hasta la puerta para vomitar en el umbral, un desastre, me liquidó la altura me puso al tanto de mis debilidades.
Domingo 12 de julio: Cuando vinieron con el desayuno yo ya no podía ni siquiera tomar café, la verdad no podía hablar coherentemente al menos.
Me alentaban con el conocido “dale viejito” pero no alcanzaba para recuperar la compostura y mis compañeros abrieron los bolsos y cargaron las mochilas ya que no quedaba otra opción que caminar hasta el centro de Potosi, todo un desafío, a mi me estaba costando mantenerme en pie, fueron generosos y me alivianaron lo más posible la mochi y salimos. Una movilidad que estaba en el lugar nos llevó unos carísimos tres kilómetros y dimos comienzo a la marcha que para mí fue muy angustiante. Al fin llegamos la cuidad que parecía vacía, los comercios, museos y mercados cerrados, cuerdas con banderas cortando las calles en las esquinas y uno que otro alambre de púas, pasamos por varios piquetes y no tuvimos ningún inconveniente, excepto claro, que íbamos a pie por una carretera por la que deberíamos haber pasado en un día antes y en bus.
Nos alojamos en un hostel del centro, confortable y lindo y yo me acosté después de una higienización mínima porque no me daba para otra cosa. Allí permanecí acostado mientras Laura Catherine, Juani y Martin salieron a cenar en alguno de los pocos lugares abiertos.
Lunes 13 de julio: Con los primeros rayos del sol nos levantamos para el desayudo que ofrecía el hostel del cual solo tome café y jugo de algo color anaranjado, no quería arriesgar otra vez.
En el hall reacomodamos la carga en las mochilas y esta ve tome más peso. Nos despedimos de Catherine que se quedaría un día más en Potosí y luego su destino era Sucre. Salimos a caminar para terminar el cruce de la ciudad sitiada. Expectativas por el discurso que daría el presidente en Uyuni y los piquetes muy vivos, muchos vehículos en la banquina, restos de fuegos, gente caminando por todos lados, algunos turistas. Llegamos al último piquete en un puesto llamado San Antonio, luego un taxi nos llevó un poco más allá de la Cueva del Diablo, allí esperaba un colectivo antes de subir volvimos a guardar las mochilas en los bolsos después nos subimos, nos quisieron cobrar demasiado discutimos al fin arreglamos. Hasta el momento que escribo esto, ha hecho como un kilometro marcha atrás buscando pasajeros, lo quieren llenar para salir hacia Oruro, por eso estoy escribiendo esperando más pasajeros.
Sentado contemplo el viento que arremolina tierra, bolsas, botellas, cajas y otros desperdicios que pueden tomar vuelo, hay basura por donde uno camine, no es que me sorprenda demasiado en Neuquén también la hay, pero que feo queda. Estamos mas cómodos que sentados abajo pienso y me conformo con eso y con la esperanza que vengan más pasajeros cuanto antes y zarpemos de una buena vez, me quiero ir de aquí y tal vez comer algo en Oruro, estoy sintiéndome mejor, apesadumbrado descubro que a pesar de las discusión igual nos cobraron más a que los demás, un 25 % de costo de turista kumbaya, bueno es una más y no nos vamos a empobrecer mucho con esta mala transacción.
Laura borda punto de cruz, Martin dormita y Juani hace algo con el teléfono. No me queda a mi más remedio que recordar otros pasos por este mismo camino, cuando era de tierra y las flotas llevaban la carga en los techos, metros de bultos, maderas, animales pequeños vivos y sepa Dios que cosa más cargaban en esos techos, las terminales eran construidas a propósito de dos pisos, por la planta baja subíamos los pasajeros y por el primer piso se cargaba el techo, creo que este país le debe un monumento a la marca Volvo, han movido sus cargas por años con esta marca de camiones. Viajábamos muy apretados, mucha gente de pie en el pasillo y sin calefacción, el frio que arrebataba el calor a través del piso y las ventanas lo ponía a uno a temblar, pero era entretenido ya que había un espíritu de lucha por el espacio que lo mantenía belicoso y muy activo a uno, y entre discusión y discusión por unos centímetros y ni hablar de los asientos que eran causa de fuertes encontronazos, bajábamos en caseríos olvidados a tomar una tacita de café para reponer energía y otra vez arriba, así pasamos muchas veces por aquí sin otro norte de las heladas y blancas montañas de la Cordillera Real un precio alto por un encuentro con esos lugares donde pretendemos una y otra vez desplegar nuestra capacidad adaptativa, los que somos capaces de hacer en esos entornos magníficos.
El mundo ha cambiado mucho desde aquellos años, la globalización del estilo de vida occidental, el maldito sueño americano del carro y casa propia más un cumulo comodidades y de cosas poco útiles que casi todos los que las usan las denostan en un ejercicio de inconsistencia que llega incluso a la ridiculez más absoluta. Hoy mientras cruzaba piquetes calzando mis abarcas hechas con restos de rueda de camión, los bolivianos jóvenes me miraron varias veces y se miraron entre ellos, miradas de Crocs, con pisadas de Crocs, esos chicos que ya no usaran abarcas, el mejoramiento del nivel de vida significa ni mas menos que vivir lo más parecido posible a lo que viven los trabajadores de los Estados Unidos o Canadá, por eso la estética que se impone es esa y vi ayer a las señoras por debajo de los cables puestos para paralizar la ciudad pasear, mientras yo sentía que me iba a desmayar, a sus chiquitos en cochecitos a batería con escrituras en ingles e imágenes del imperialismo en las pegatinas del costado, sin contar el monumento al Dakar. Los abarqueros que quedamos somos unos ridículos aferrados a cosas del pasado. El pasado no volverá y me parece lógico y bueno, yo defiendo el uso de la abarca porque ya gasté muchos pares de zapatillas y me alegro de pasar una noche en medio del frio porque me espera una casa confortable y amplia, no tengo estatura moral para decirle a estas personas las ventajas del barefoot y el minimalismo ni mucho menos para repetir algunas de las quimeras de mi generación como los beneficios del incanato, del socialismo real y todas esos discursos que aun hoy animan algunos intelectuales que provienen de familias acomodadas y se enorgullecen de ser antisistema conduciendo sus Audis y vacacionando en paraísos caribeños.
Ya me enojé lo suficiente y el cole se mueve y escribo con dificultad, el viento se ha puesto “grave“ como se dice aquí, avanzamos hacia Oruro, no bajamos de los 4100 metros, abajo escarcha en los pequeños arroyos, unas llamas, desde este lado del vidrio vemos a un señora caminando por un cerrito, gente muy curtida algunos campesinos de estos lugares que conozco pareciera que tienen cascara no piel, aquí deberían venir a reclutar gente los de Mars One.
Sube gente, paramos en otro pueblito comemos en el puestito de una cholita, un sándwich de huevo frito con papas fritas, letal con hambre un manjar.
Llegamos a Oruro a las 21:30 horas caminamos una cuadra hasta la terminal el cole era medio trucho y no podía ingresar, rápido conseguimos pasajes una señora nos acusa que somos extraterrestres y que en los bolsos estamos llevando partes de personas. Alguien se lo debe haber dicho. No dormimos, demasiado olor a rodilla, mucha gente en el pasillo. Las luces del Alto y después la entrada a La Paz, tan linda, como un brasero ardiendo bajaba el cole por la autopista y solo quería una cama. Nos bajamos afuera de la terminal, muchos recuerdos de ese lugar allí pasmos tres días con unos amigos en junio de 1989, otra historia ….. los taxistas pusieron las condiciones subimos nos fuimos derecho a un hostel que nos gustaba con el firme propósito de no volver al Carretero, lo descartamos por hippie, buscábamos un lugar más reposado, golpeamos la puerta, solo quedaba una cama. Sonríe el tachero otra carrara mister, otros 20 Bs. Adonde los llevo ahorita? Al Carretero, Catacora entre Yanacocha y Junín, dando a conocer que sabíamos a dónde íbamos, un poco de mal humor pero la esperanza de una cama mejoro las cosas, en la angosta y adoquinada calle Catacora N 1056, golpeamos y nos atendió Julio; si supiera que le queríamos meter los cuernos con otro hostel. Nos atendió muy bien, a dormir los cuatro en una habitación.
Martes 14 de julio: Amaneció dentro del Carretero y la luz reveló muchas innovaciones, ambiente más tranquilo, mejoras de infraestructura menos ruidos. Nos cambiamos a habitaciones con baño privado y con ventanas, nos sentimos a gusto, “la cabra al monte tira”. Un día de compras visita a números comercios de equipo, ropa y accesorios, un trekking a 3300 m.s.n.m. por las calles inclinadas de esta ciudad. Pasamos por una nueva opción para los que necesitamos comprar equipamiento aquí en La Paz, excelente atención calidad y buenos precios en “The Wall Adventure” en la calle Illampu 421. Ahora estamos tomando unos mates en la cocina a punto de salir a comer un pollo broaster en algún chiringo de por ahí.
Miércoles 15 de julio: anoche comimos en un resto chino decorado con imágenes de Mao Tse Tung, increíble los posters del líder y unos pollos bien hechos, abundantes y sabrosos, después vimos Mad Max, esa delirante historia compartida en la habitación número cuarenta.
Recién desayunamos, como es habitual ahorita, una ronda de whats app con los amigos, mate café, paltas y huevo, el hígado agradecido, a trabajar. Una vez terminemos esto nos vamos a buscar un bus para Sorata y comprar la comida que falta.
Un amigo de San Francisco me mandó un link al video de Alex Jones, “algo grande está punto de pasar”, recordé un viejo cuento del norte argentino que se llamaba muy parecido y cuyas consecuencias no me gustaría que se repitan en este caso.
Algo anda mal con la Internet aquí, no puedo cargar las fotos y hay que esperar mucho para que inicien las páginas, bueno tranquilidad.
En un intento de compras y averiguación de los transportes para Sorata quisimos llegar a la zona del cementerio, en el camino pasamos por la antigua estación de trenes, un edificio bello y bien conservado, el tren, ausente desde hace varias décadas, no es una casualidad ya que esa pesada masa móvil de acero fue superada por el tiempo en todos lados creo yo, los buses y las combis mas dúctiles, livianas y fáciles de reciclar y remodelar lo han puesto en el lugar de los héroes recordados por sus hazañas en tiempos que ya no volverán, el presente de los medios de transporte modernos está muy presente en esa estación, desde allí inicia el recorrido uno de los teleféricos que elevan su recorrido muchos metros hasta la ciudad vecina de El Alto conectando de forma rápida, limpia y segura los distintos barrios y alturas de esta ciudad tan andina, la más andina de todas. Aun falta la bici, las bicisendas y ciclovías son la expresión moderna y sustentable por excelencia de una forma de transporte que aporta en muchos sentidos a la vida de las personas y la convivencia en el ir y venir, es cierto que aun no se invierte mucho en ellas aunque son los caminos del futuro, el tren pesado, lineal y rígido representa el conservadurismo antiguo en cambio la bici: liviana, cíclica y flexible está más cerca de los anhelos de libertad y modernidad.
Tomamos un pasaje que nos llevaría a una estación ubicada sobre el cementerio, una vez arriba preferimos ir al Alto directamente, las vistas impresionantes y un viaje corto. Volvimos en una cabina con vista al Illimani medio oculto tras unas nubes, abajo al salir de la pulcra estación a la calle a preguntar por las movilidades a Sorata se advierte cierto contraste y se manifiesta la forma en que esta ciudad busca su progreso y modernización, hecho eso; a los mercados bajando por calles repletas de colores, ofertas de todo y gente por doquier hasta el hostel otra vez con dos o tres cosas que nos hacían falta, en la cocina esperamos que Laura termine un risoto de quinoa.
Salimos una vez más, a la calle Illampu por un par de cosas, después al supermercado Ktal, es mucho más cómodo y rápido que los mercados callejeros, además recibe tarjeta de crédito y tiene unos baños barbaros. Al volver nos acercamos a la calle principal de la ciudad allí nos sorprendió el gentío, preparativos para la celebración del aniversario del departamento de La Paz, un desfile donde oficinistas, estudiantes, policías y empleados marchan a ritmo marcial, un ejercicio de nacionalismo tan presente en nuestro continente, una reafirmación casi desesperada de la identidad local frente al avance de la cultura global que tal vez al proponer otros valores y promocionar intereses diversos tiende a desestabilizar los stablishment creados por años de tradiciones y costumbres, mi experiencia me indica que es ese stablisment político y económicamente acomodado el que refriega la superficie del presente para rescatar del pasado lejano o no tanto afirmaciones que le den sentido a la autarquía nacional, que sostengan el aislamiento soberano, cosas que algunos de mi generación aprendimos hace muchos años, eso que cada nación debía tener el control de sus industrias alimenticias, frecuencias de televisión únicas así no se colaban las emisiones con mensajes no deseados de los vecinos, diferente trocha de trenes no fuera que se pudiese permitir una invasión ferroviaria, y por sobre todo tener la potestad sobre la industria siderúrgica ya que no se puede depender del acero de los vecinos para construir sus armas, sobre todo cuando esos países vecinos son las hipótesis de combate que ayudan a animar el nacionalismo, un ejercicio de terrible descuido, una dilapidación peligrosa de la experiencia humana que nos enseña los resultados de estas prácticas políticas en la Europa del siglo XX, cientos de millones de muertos y la destrucción masiva de ciudades y campos. Me enganché en este tema porque no me parece menor, me duele un poco la indiferencia de la gente local, te hablan sin mirarte, te dicen “ya” de manera cortante como final de toda charla y lo peor es que esto no solo pasa aquí se replicà en nuestro continente donde los políticos no se acuestan tranquilos sin haber pronunciado unas cuantas veces la frase sagrada de “la patria grande”, aunque me parece que hace unos años había más conexión, es contundente lo que presenciamos a raíz de un evento deportivo como la Copa América de Futbol, una ola de agresiones verbales bastante anónimas y no tanto que indican el clima de la población, la tendencia en el pensamiento que guardan las personas. Y en mayor o menor medida se acusa y se defiende desde posiciones emocionales, sin darle opción a conversar los hechos, los contextos y las características de los tiempos en que ocurrieron los acontecimientos en disputa. Si leemos un poco sobre la génesis del nacionalismo europeo del siglo XX veremos y de verdad podemos asustarnos al comprobar que hay demasiadas coincidencias y nuestros caudillos solo aportan a consolidar esta tendencia, sosteniendo en muchos casos que el cambio es cobardía, que es traición a la patria pensar que sería mejor cambiar, afirmando que lo que se espera de las personas es que se afirmen en sus costumbres tradicionales por más absurdas que aparezcan, “somos lo que somos y al que no le guste que se vaya”. Estas cosas nos afectan a los viajeros, aunque claro está que la dilución de la estética local hará que nuestros viajes pierdan un poco de encanto a la vez que le aportará mejoras en las condiciones de vida de las personas locales.
Comimos en medio de la fiesta, anticuchos, yuca con queso y Coca Cola, después subimos con gran esfuerzo por las veredas apretadas de gente, en el Carretero vimos otra película y nos acostamos.
Jueves 16 de julio: desayunamos y a las 10:30 nos paso a buscar Oscar un neuquino que trabaja aquí en la construcción de un gasoducto, cargamos los bolsos de Aconcagua 6960 y nos llevó a la zona del cementerio central, allí abordamos una combi pequeña con muchos pasajeros y salimos para Sorata. El viaje de tres horas atraviesa la ciudad del alto, impresionante: basura por doquier pero de una forma tan abrumadora que lesiona el sentido de compromiso con la sanidad, supera el simple amor por la naturaleza, algo así como ir en bici desde el barrio Alta Barda o Salud Publica a Plottier por las bardas, esta es una crítica que excede absolutamente a los bolivianos alteños, de paso por Tucumán vimos los mismo y también al costado de la carretera 5 norte en pueblos del desierto de Atacama en Chile, es lo que hay, y lo que produce es una gran pena. Nos alojamos enfrente de la plaza, reconocí a Elena una anciana con el pelo tan blanco como el Illampu, una pobladora local que al presentarme me dijo: y como me recuerdas aun después de veinte años? Le respondí con sinceridad que le sacó lagrimas, Elena dije, nunca olvidaría esos ojos azules. Cuando estuve aquí en 1995 compartimos muchas charlas, digo las personas se interesaban por nosotros, jugábamos a las cartas, compartimos una caminata hasta la gruta de San Pedro con unos chicos de aquí, hicimos amistades en pocos días, cosa que no se replica hoy.
Antes de empezar a buscar hostal apareció Leandro Camargo, un guía y taxista local, nos ofreció sus servicios pero solo le contratamos el viaje en taxi. Después fuimos hasta su “oficina”, allí un asistente no indicó como era su oferta logística, contratamos todo, “all inclusive”: movilidad, mulas y porteadores hasta el campo base avanzado y la vuelta hasta aquí en unos días más, no confirmamos el momento de la salida debido a mi salud, pero hicimos la reserva de los servicios.
Yo venía arrastrando un ardor en la garganta que se convirtió en fiebre, comimos en un barcito, mientras en la calle vibraba un acto popular y sobre el final de un sinnúmero de encendidos discursos, agitando banderas y sonando las bandas se concretó el desfile, después aparecieron cajones y cajones de cerveza cuyo consumo dio lugar a una borrachera colectiva impresionante. Desde la habitación se escuchaban los gritos y la música, yo me entretuve como pude ya que la Internet es pésima, se conecta pero sin capacidad para levantar los gráficos del Facebook. Como la habitación no tiene enchufes tampoco pudimos ver otra peli, ya que aún nos quedan cuatro. Dormimos, Martin se quedó mirando tele y pelas de borrachos desde el balcón del hostel. Cenamos en el mismo bar que hace veinte años conocí a Sebastián Villafañe, un latinoamericano de aquellos, fue aquel un gran encuentro y los años nos llevaron pos caminos diversos hasta que en 2005 nos encontramos en Huaraz pocos días antes que el derrumbe de un serac en el Alpamayo lo dejara fuera de circulación junto a otros siete escaladores.
Viernes 17 de julio: amanecimos hace un rato y debimos dedicar este día al descanso por un lado por mi estado a media máquina y por otro que no será muy confiable viajar en camioneta por estos caminos abismales teniendo en cuenta cuanto se tomó anoche.
Después de almorzar arreglamos con el señor de los servicios, preparamos el teléfono satelital y yo hablé por la radio, fue un encanto hacerlo y de inmediato llegaron mensajes en el instante que hubo Internet suficiente para el whats app. Ahora pondré la alarma para los antibióticos y nos iremos a comer algo, mañana a las 9 de la mañana nos vienen a buscar, un plan con tres campamentos, enfrentamos un desnivel de 3600 metros si llegamos a la cumbre. Extenso recorrido.
Sábado 18 de julio: salimos a desayunar después de cargar cuidadosamente los bolsos, pensando en dos mulas desde Lakatia hasta Aguas Calientes, a las 10 llegó Leandro en una SW4 y cargamos rápido con ganas de salir. El camino es de verdad de montaña, muy angosto y empinado. Me sorprendí al ver la proliferación de caminos en las montañas hay una red de surcos que cortas las laderas en todas direcciones, todos llevan a minas de oro o estaño, la práctica de la minería se realiza aquí con una característica molecular, pequeñas SRL que venden acciones mineras a inversores locales, buscan y explotan en estas montañas, lixiviación con mercurio, mucha dinamita y mas y mas caminos, la Pacha Mama resiste como en todos lados solo que aquí ha sido declarada legalmente un ser viviente, lindos discursos, conductas bastante cuestionables.
En Lakatia, un pequeño e inclinado poblado nos recibió Mario con las mulas, de inmediato nos indicó que serían necesarias tres, no dos, para subir nuestra carga y después desde Aguas Calientes hasta el campo base avanzado tres porteadores, accedimos a todo y cargamos los animales con sus patas deformes, feos de verdad. Pasado el medio día salimos hacia arriba, este acceso es un recorrido cuesta arriba desde los 3980 m.s.n.m. hasta un paso de 4815 desde el cual se baja a los 4575 del campamento de Aguas Calientes. Todo indicaba que me iba a resultar difícil la jornada, en el transcurso de la primer hora de macha me di cuenta que la situación era preocupante, al menos en los aspectos objetivos, cada vez me costaba más mantener el ritmo y las taquicardia me obligaba a disminuir el ritmo, de la garganta ni hablar y cada tanto me mareaba por la fiebre que subía, en un momento me senté en una piedra y pensé que se me iba a juntar el agua con el aceite, dije con esta temperatura fue la junta, tomaba animo de esta manera y miraba hacia arriba donde la senda cortaba una pendiente amarilla pocos metros antes del paso. Cerca caminaba un grupo de montañeros mendocinos, seis que iban por el Illampu también, estaban aclimatados y muy fuertes al punto que fueron más rápido que las mulas. Tuve que recurrir a varios trucos mentales, visualizar como seria el momento en estuviese arriba del paso, un Inka imaginario que me acompañaba y que cada vez que veía una buena piedra para sentarme y no lo hacía me daba el grito de tres “casilleros adelante” y que repetía “la única forma de llegar es caminar”. Alcanzamos el paso, una vista esplendida y una bajada importante asta Aguas Calientes, lo encaré con calma, no podía hacerlo de otra manera. Con un nivel de agotamiento generalizado, mareado y muy desanimado aterricè en el campamento, tuve que tomar aire para estabilizar las pulsaciones y como pude le “ayudé” lo mismo a Laura a armar la carpa, una vez hecho eso me tiré dentro y Laura me pasó el aislante, me puso unas medias y me acomodó en la bolsa. Después quisieron cocinar con el MSR que no arrancó pero continuaron con una cocina a gas, no pude comer solo tome algo caliente y un sándwich de palta.
Los demás comieron, hablaban y los escuchaba como si estuviesen lejos, quise empezar a dormir pero me despertaba, me daba vueltas buscando una comodidad que solo existía fuera de mi cuerpo, dentro todo era un solo motín. Cada vez que dormitaba me ahogado en mis propias mucosidades, imposible conciliar el sueño así.
Domingo 19 de julio: pasaba la noche y cada vez me sentía peor. No escuché la alarma solo le pregunté a Laura la hora, no entendí lo que respondió y me tomé el antibiótico, lo pensé muchas veces, “mañana no sigo”. Al fin el amanecer, al fin el día otra vez, le dije a Laura con un hilo de vos que no seguía, que hable con Martin y Juani para ver que íbamos a hacer que de todos modos yo me volvería a Sorata. Lo charlaron, Laura tenía muchas ganas de seguir pero decidieron de volveríamos todos, terminamos el desayuno y salió Martin a pactar con Mario el cambio de planes, yo solo me sentía muy mal, después se acercaron gentilmente el líder del grupo de los mendocinos y otro chico, con un estetoscopio para ver si yo estaba edemado, yo sabía que no, me pidieron auscultarme y les dije que si, fueron muy gentiles. Nosotros, es decir mis compañeros juntaron todo, después le dimos mi mochila a un porter y salimos otra vez para arriba, rumbo al paso y luego a Lakatia, que manera de sufrir. Mientras caminaba a pasos muy cortos, sin parar y dispuesto a no hacerlo escuchaba desde algún lugar del interior de mi cuerpo, como una pequeña vos, como la vos con que Mufra le hablaba a Ladis en un cuento que leí a los seis años, que me decía “cortala con el sufrimiento”, tal vez había pasado poco tiempo desde el Aconcagua, escuché atentamente ese mensaje, se que lo olvidaré pronto, pero esta es la primera vez que le presto atención en toda mi vida, seguramente porque llevo teléfono satelital y varias mulas y porteadores, el natural aburguesamiento, ya me curaré de esto también. Con una sola parada llegamos a lo alto del paso, me tiré al piso a descansar unos minutos, allí sentí un poco de remordimiento por lo que estaba pasando, estábamos gastando tiempo y plata en un ir y venir sin sentido, pensé como se generó esta enfermedad y me sentí un poco responsable por descuidado tal vez. Miré al Illampu y me molestó esta forma de retirarnos, tan prematura, arrebata e inexorable por lo menos para mí, aunque quedarme hubiese sido un despropósito importante. No creo en fantasmas, ni espíritus de las piedras o de arboles, ni cosa alguna que escape a las leyes de la física, pero no conozco todas las leyes de la física y me parece agradable pensar que se pueda hablar con las montañas, así que me despedí de estas moles hasta próximo aviso, volveré, habrá una nueva expedición a estas alturas. Después todo era bajada, en tramos muy inclinada pero bajada al fin, extensa ladera por recorrer pero se va de paso en paso tratando de no resbalar y tampoco tropezarse, eso lo hace entretenido y cada tanto uno mira al fondo del valle solo para percibir lo poco que avanza, quisiera correr pensaba, quisiera que esto se pase pronto.
El Lakatia nos esperaba Mario, le pagaron mientras yo estaba tirado arriba de la mochila de Juani, un gran camarada que con solo 18 años anda en estas lides donde nada es seguro, en el reino de la incertidumbre y los lugres remotos. Después llegó Leandro cargaron la camioneta y salimos para Sorata.
Lunes 20 de julio: desde que llegamos ayer estoy en la cama del hostel, mucho mejor que en el campamento pero aun así con la garganta destruida, una gripe letal, me duele hasta para respirar y no noto que mejore mucho, solo ha mejorado el entorno y eso hace más llevadera la jornada. Es medio día y vamos comer algo. Juani y Martin cocinan.
Unos fideos con tuco, satisfecho, la verdad no tengo hambre, escribo después de esa comida. A la noche veremos otra película de acción y ficción otra locura, una linda distracción.
Tomar un sobre de bebida antigripal, después el antibiótico, los caramelos para la garganta en la mesita de luz y no olvidar el jarabe para tos, HORRIBLE !! pero imprescindible si quiero intentar subir una montaña.
Martes 21 de julio: desayunamos en la habitación con nuestra cocina y comimos unos panes con palta, después acomodamos los bolsos y como no funcionaba el agua caliente no nos bañamos. Después salimos a buscar un taxi para que nos acerque las seis cuadras hasta la parada de la combis que viajan de Sorata a La Paz, despertamos a un taxista jovencito que estaba en la esquina de la plaza, cargamos y cuando le dijimos el destino de inmediato nos hizo una oferta de llevarnos directamente a La Paz, negociamos y arreglamos un buen precio puerta a puerta. Volamos, sonaban las cubiertas en las curvas y las Land Cruisers pasaban rozando al Toyota, ¡! Que viaje ¡!. Tres horas exactas, tremendo, adrenalinico
Dejamos los bolsos en el hostel, el Carretero otra vez, al llegar avalancha de guasap, muchas gracias amigos, muchas gracias a todas y todos por preocuparse por nosotros, salimos de inmediato a comer, derecho al Mao Tse Tung Chiken, charlamos algo con la dueña del lugar y nos indicó que el Líder falleció en 1976 y que fue un gran presidente, con la mano le hice el gesto que le cortó la cabeza a mucha gente, asintió con la cabeza y una sonrisa, si el hombre hizo matar a muchas personas. Comimos y fuimos a ver a un vendedor de equipo pero no conseguimos nada, otra caminata con destino a unos helados que Laura extraña aun porque había una cola enorme en ese negocio, caminamos otro poco hasta un café y nos volvimos. Me metí en la cama para descansar, necesito estar bien cuanto antes.
Miércoles 22 de julio: dedicamos el día al descanso aunque fuimos de compras, también a buscar un transporte a Zongo el acceso a Huayna Potosí, ya que habíamos decidido ir a la montaña mas popular de la Cordillera Real, un seismil accesible en todo sentido, no nos gusta la cantidad de gente que se reúne allí pero no estábamos en condiciones de tomar otra opción, solo quedaban dos rutas por intentar la Francesa muy linda de dificultad moderada y la ruta normal mas accesible y pisada por cientos o miles de turistas que los guías llevan hacia lo alto de los Andes. Buscamos y encontramos un taxi en una agencia, nos pareció caro son solo 40 kilómetros y nos querían cobrar el doble que lo habíamos pagado el viaje desde Sorata a La Paz que son casi 200 kilómetros, desistimos. Cenamos temprano y me acosté con la mente puesta en recuperarme y la verdad al menos mi animo mejoró considerablemente, no me sentía muy fuerte, subir las escaleras me hacia elevar bastante las pulsaciones, pero estaba confiado en mejorar a través del descanso y los medicamentos.
Jueves 23 al domingo 26 de julio: Como no habíamos contratado transporte, salimos a la calle y conseguimos un taxi que nos lleve hasta El Alto, la urbanización mas grande que hemos visto hacha de ladrillo hueco sin revocar, un lugar con mucha población, con aguas en las calles, con un estética que agrede, esta muy alto casi a 4000 m.s.n.m. en las calles se puede conseguir de todo, de todo, solo es cuestión de conocer y caminar, partes de autos, ropa, comida, pasajes, combustible, verduras, alquilar maquinas viales, perros, carne lo que uno necesite. Lamentablemente era día de feria por lo que las calles estaban atestadas de gente, el taxista se equivocó de destino y debimos cruzar unas cuarenta cuadras entre las personas, una película, mucho tiempo, muchas miradas y al fin llegamos a Plaza Balivian, allí habían taxis pero los precios se dispararon, locuras, hasta quinientos Dolares nos pidió uno que se lanzo a la pileta. Al fin encontramos a uno, nos subimos por un precio razonable y salimos, el camino de tierra esperaba como un lagarto en una emboscada, cuando cayeron las ruedas del Toyota a sus fauces empece a pensar en el porque de los precios. Guido conducía asustado y nos contó que había vivido en Buenos Aires. No conocía el camino como la mayor parte de las personas de La Paz, la gente no sale a esos lugares, en cada curva me ´preguntaba cuanto faltaba, yo le mentía descaradamente. El coche humeaba cuando llegamos a la "tranqua de Milluni" antiguo complejo minero abandonado por muchos años luego de una matanza de obreros en los setenta. Me bajé a hablar con el policía, le expliqué lo del susto del taxista, me entendió y le habló a Guido le explico que solo quedaban ocho minutos de viaje, el chófer miraba incrédulo, a mi ya no me iba a creer, pero el policía era la autoridad del lugar, fue muy gentil, le ofreció ayuda y levantó la barrera, excelente.
Las ultimas curvas y alcanzamos los 4800 m.s.n.m. el motor emitía unos sonidos agónicos, salia vapor por varios lados y Guido nos pidió una compensación del 100% de lo acordado, se los pagamos, le agregó agua al motor y nos despedimos.
Caminamos hasta el refugio Casa Blanca nos atendió doña Yola y nos abrazamos ya la conocíamos y hemos estado muchas veces allí. Dejamos las mochilas en un deposito y nos acomodamos en el lugar y la verdad no hizo falta mucho tiempo para darme cuenta que la expedición había concluido para mi, congestión, malestar general, los síntomas similares a los vividos en Aguas Calientes en el Illampu. Salimos a caminar para estirar las piernas, aclimatar, conocer los acueductos que integran esa gran obra hidroeléctrica de CooBe Bolivian Power Co, en el camino nos encontramos con el propietario del refugio Huayna Potosi, un tipo de montaña el único del ambiente que posee un refugio ene sa zona ya que los demás son de pobladores de la comunidades buena gente que ha encontrado una oportunidad laboral en la explotación de la montaña como recurso económico, motivo por el cual la están llenando de refugios, con este señor recordamos a Sebastián y sus viajes por Bolivia, lindos recuerdos que me hacen sentir el paso del tiempo, el inexorable distanciamiento de los recuerdos que se van escondiendo en la nebulosa de otros más frescos, en el camino también pasamos por unas casitas de barro que fueron una especie de obrador cuando se construyó la represa y los acueductos, esas habitaciones nos prestaba René el encargado del puesto Plataforma Zongo como se llama ese lugar cuando visitábamos el lugar hace más de veinte años atrás, volvimos al refugio Casa Blanca donde estábamos hospedados y a la hora de cena la situación había empeorado para mi, comí de mala gana, no le sentía el sabor a la comida y hacia frio. Nos fuimos a dormir, tomé otra dosis de un medicamento que debía atacar los síntomas de la gripe. Temprano nos despertamos y me sentía tan mal que le dije a Laura que me quería volver a La Paz aun percibía un sabor metálico en la boca, el sabor del medicamento. Mientras yo me enrosqué en la bolsa de dormir Laura, Martin y Juani conversaban que harían, quien me acompañaría a La Paz y como seguiría el plan. Demoraron y al pasar el rato me sentí mejor y les asegure que estaría bien en el refugio, allí hay gente y suministros, que descuidaran y se fueran tranquilos. Así lo hicieron, me quedé en la bolsa con una botella de agua y medio litro de café que se enfrió rápido. Pasaban las horas y se sumaban algunas personas, un grupo grande a alemanes pasó la primer noche, la del viernes, yo viajaba en sueños delirantes producto de la fiebre y la hipoxia, tremendo viaje, muy incomodo, despertándome cada tanto y luchando para conseguir identificar lo que me estaba pasando, para poder centrarme y concientizarme del lugar donde estaba, ese estado duró hasta el sábado a la tarde, me levanté al baño y me sentía muy débil, sin hambre, sin sed, volví a la bolsa y estaba un porciento mejor, pero lejos de la gloria. El domingo mejoré algo aunque igual pase todo el día en la bolsa, solo bajé al baño y doña Yola la encargada del refugio me ofreció un café que tomé y volví de inmediato a la cama, esa noche durmió un señor de Las Vegas, afectado por la altura respiraba muy agitado, se levantó y vomitó un par de veces pero no paraba de comer y comer, le dije que no hiciera más ruido, y el silencio retornó al lugar, sin poder conciliar el sueño por la ventanita del refugio veía la luna y pensaba que al otro día deberían volver mis camaradas.
Lunes 27 de julio: me desperté temprano pero me faltó voluntad para levantarme, no había comido nada en esos días y solo había bebido un café, una Coca de 190 y unos sorbos de agua de la botella. A media mañana me despertó Laura, buenísimo encuentro se sorprendieron de mi estado nos acomodamos para contarnos los acontecimientos de los últimos días, el ascenso del Huayna y mi viaje al inframundo. Después Martin habló con Martin pero sucursal Bolivia que estaba con una combi y me levanté para acomodarme un poco y salir para La Paz.
Recién llegados a La Paz, estoy muyyyyyy contento, Laura, Martin y Juani ayer alcanzaron la cumbre del Huayna Potosi. Yo fui de visita al inframundo, se viene increíble relato de montaña y de un largo ayuno .... ahorita nos vamos a comer a un lugar chimbo del centro mañana comenzamos la vuelta.
Después: Meditando un poco me pareció genial que las cosas hayan ocurrido de esta manera, en general la gente que nos conoce ignora o menoscaba la capacidad de las personas que emprenden estos viajes conmigo, en general me toca liderar la mayor parte de las actividades y generalmente mis acompañantes son generosos en ese sentido y me dejan sentirme como Jerges en las expediciones, pero esta vez con mi colapso quedó claro cuanta capacidad tienen los demás: Laura, Martin Y Juani en este caso, son alpinistas de verdad pueden ir adelante solo que a veces me dejan a mí, eso me alegró ya que si no me hubiese enfermado esto no hubiese quedado tan claro. Todo tiene un sentido en la vida solo hay que saberlo descubrir.
Lunes 3 de agosto: En Neuquén, aun no me recupero del viaje, de la gripe, de cierta sensación amarga, de una dosis de frustración. Pero el tiempo empleado en viajes no se pierde, si no se cumplen los planes solo se deben aprender otras cosas y siempre es posible que lo planeado no ocurra, no hay una transferencia directa desde nuestras expectativas a los hechos, la realidad es aleatoria, por lo tanto tiende a quebrar la planificación y esta vez ocurrió exactamente eso. Retomar las actividades nada aburridas, con cierta rutina pero interesantes no me parece una carga, si una responsabilidad, hacer un esfuerzo por trasladar lo aprendido a lo que hago es mas desafiante. Curso, club, radio, familia, amigos, bicis, perros .... la vida sigue y no deja tiempo para demasiadas reflexiones, el día exige acción, así que a meterle caña. Nos vemos y muchas gracias a todos.
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